He visto cómo daban muerte en caminos, montes y portales a los hombres y mujeres que no correspondían al patrón que ustedes formaron (...) Tengo familiares enterrados en la falda de un monte. Los mataron a tiros y los dejaron al sol (...) beso aquella tierra que cubre los restos de mi padre y 11 hombres más y rezo por todos los que, como a ellos, se les negó hasta un lugar en un cementerio. Si un día se llegase a hacer la estadística de estos crímenes y cómo se cometieron, el mundo se sentiría estremecido. (...) Recorra todas las provincias y pregunte a las viudas dónde están enterrados sus maridos; y a los huérfanos, sus padres, y a los padres, sus hijos (...) Y un día no habrá suficientes divisiones acorazadas para sujetar el empuje (...) Un coro de ultratumba, de la cuneta, le estará gritando día y noche: ¡Nosotros estamos aquí!
(extracto de la carta de un "obrero católico de Zumárraga” (Gipuzkoa) envía el 24 de enero de 1964).
Foto facilitada por Rosario Fontova a El Plural |
Han sido editadas por primera vez las más de 15.500 cartas enviadas entre 1941 y 1977 a La Pirenaica, radio clandestina fundada en Moscú en 1941, único altavoz de lxs vencidxs de la Guerra Civil.
“Escribir a La Pirenaica fue durante muchos años la única forma de militancia antifranquista para dos generaciones de españoles que tuvieron todo prohibido (el acceso a la educación, al trabajo...) por ser rojos”.
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