La
poesía feminista que atraviesa los cuerpos
Segunda Edición - 14 de julio
#EnEstaRevoluciónHayPoesía
Segunda Edición - 14 de julio
#EnEstaRevoluciónHayPoesía
Los sábados 30 de junio, y 7 y 14 de julio tuvo lugar en la librería la segunda edición de los encuentros «La poesía feminista que atraviesa los cuerpos», unas reuniones en las que, con la poesía de autoras como vehículo e inspiración, debatimos y compartimos sobre los temas esenciales que forman parte del debate feminista actual y que, por lo general, tienen a nuestros cuerpos, sus dilemas y placeres, en el centro. Los encuentros tienen como objetivo principal la creación de un espacio de mujeres seguro en el que poder compartir inquietudes, argumentos, dudas, reflexiones (¡y, por supuesto, desacuerdos!) acerca de debates feministas fundamentales de nuestros días, y en el que compartir y descubrir cómo la poesía nutre y apela también a esos debates. De hecho, estos encuentros forman parte de la iniciativa #EnEstaRevoluciónHayPoesía que entiende que la poesía es una estrategia esencial para la movilización y el cambio social. Como sostienen dos de nuestras maestras, Adrienne Rich y Audre Lorde, la poesía no sólo reconstruye los fragmentos dispersos de nuestra identidad, también nos recuerda que son los vínculos que compartimos los que tienen posibilidades redentoras. La poesía no es un lujo, es parte consustancial a la revolución.
Poder y empoderamiento
«y aquí estás tú, viviendo,
a pesar de todo».
--Rupi Kaur
En el tercer encuentro se proponía una reflexión sobre las fuentes y
manifestaciones de nuestro poder, y sobre los desencadenantes de nuestro propio
empoderamiento. Comenzamos reflexionando acerca de cómo, al hablar de poesía y
empoderamiento, parece obligado detenerse en la obra de las grandes poetas
negras estadounidenses: autoras como Lucille Clifton, Maya Angelou, Alice
Walker o June Jordan (lamentablemente su producción poética se encuentra
inédita en castellano). Estas poetas reflejan en su obra la resiliencia y el
proceso de empoderamiento, y de conformación y recuperación de una voz propia
frente a la discriminación y a las violencias múltiples. En su obra se observa
claramente el vínculo entre hacer valer la propia voz y el propio relato, y el
atesoramiento y refuerzo de poder, tanto en una vertiente personal como
comunitaria. En el ámbito de la narrativa, también pudimos señalar distintas
autoras que en sus novelas identifican procesos de empoderamiento; en concreto,
reflexionamos juntas acerca de cómo en obras contemporáneas se identifica el
empoderamiento con la capacidad de escribir o narrar nuestra propia historia;
ejemplos notables son Del color de la
leche, de Nell Leyshon o Cuando te
golpeo, de Meena Kandasamy. En ambas novelas, sus protagonistas -Mary y la
joven esposa, respectivamente- asumen que la escritura es una forma de combatir
la desposesión de sus identidades, de sus voces y de su poder por parte de las
violencias cometidas contra ellas. En el ámbito del ensayo, son innumerables
las obras contemporáneas que han reflexionado sobre el poder. Retomando dos de
los libros que mencionamos en la sesión previa, Mujeres y poder, de Mary Beard, recoge diferentes facetas del poder
desde la mirada de género (es especialmente interesante lo que concierne a la
política simbólica de las mujeres que atesoran poder en espacios
institucionales); Los hombres me explican
cosas, de Rebecca Solnit, comienza con una elaboración sobre el mansplaining, la manera en que, de
manera dominante, los hombres ejercen su poder imponiendo su palabra y su
relato, y como tal, acallando sistemáticamente a las mujeres.
Para adentrarnos sobre el concepto mismo de empoderamiento (puede
consultarse su definición en el libro Barbarismos
Queer) compartimos reflexiones acerca de su vertiente individual, vinculada
a la toma de conciencia sobre las propias capacidades y destrezas; aquí se
incluiría también el reconocimiento de que lo que nos ocurre como mujeres no es
fruto de condiciones individuales (nuestra mala suerte, malas decisiones o
falta de intuición…) sino de prácticas y estructuras que promueven
discriminación y violencias. Y es en este reconocimiento en el que juegan un
papel fundamental los grupos de mujeres; así lo expresa Grace Paley en su libro
La importancia de no entenderlo todo:
«Cabe recordar que ahora existen grupos de mujeres y que
en ellos las mujeres defienden con firmeza sus derechos y que hablan
incansablemente unas con otras.
Se reúnen en una casa o en un local (…) para escucharse,
para decir:
“Este es mi problema, me duele aquí”.
Y entonces otra responde: “A mí también”. Y se escuchan.
Es lo que me pasó a mí»
También
reflexionamos sobre la vertiente colectiva del empoderamiento, relacionada con
las políticas de la presencia, con el debate alrededor de las cuotas, con las
formas de liderazgo, con la participación en espacios institucionalizados de
poder (en este punto tuvimos ocasión de debatir sobre mujeres en espacios de
política institucionalizada, como Manuela Carmena, Ada Colau, Carmen Calvo o
Alexandra Ocasio). A partir de aquí surgió un interesante debate sobre qué
entendemos por «poder», las resistencias (o el rechazo abierto) que nos provoca
o el ánimo de redefinir sus objetivos, estrategias y prácticas.
En esta sesión
fueron ineludibles los poemas sobre la recuperación del poder, sobre el
renacimiento que el empoderamiento expresa:
«De las barracas de la vergüenza de la historia
yo me levanto
desde el pasado enraizado en el dolor
yo me levanto
soy un negro océano, amplio e inquieto,
manando
me extiendo, sobre la marea,
dejando atrás noches de temor, de terror,
me levanto,
a un amanecer maravillosamente claro,
me levanto,
brindando los regalos legados por mis ancestros.
Yo soy el sueño y la esperanza del esclavo.
Me levanto.
Me levanto.
Me levanto».
--Maya Angelou
«No soy alguien equivocado: Equivocada no es mi nombre
Mi nombre es mío mío mío
y no puedo decirte quién demonios organiza las cosas así
pero puedo decirte que desde ahora mi resistencia
mi sencilla y diaria y nocturna autodeterminación
puede perfectamente costarte la vida»
-- June Jordan
Y especialmente,
el poder de las supervivientes:
Supervivencia (extracto)
Así es como sobrevivimos:
sobrevivimos.
He aprendido que no hay trucos
para romper los dedos
de todo aquello que nos ahoga mientras dormimos.
No hay remedios que se lleven consigo
la angustia sin que se necesite la palabra «tiempo»
escrita compasivamente en la cara de nuestra terapeuta.
Sobrevivimos sobreviviendo.
Lo hacemos inconscientemente,
del mismo modo que nuestros cuerpos se acuerdan de
respirar, incluso cuando están durmiendo.
El primer paso es siempre decidir
dar el primer paso.
(…)
Enséñate a ti misma a navegar a través de la herida
y toma nota de todos los lugares
que ves en esa travesía…
--Caitlyn Siehl
Compartimos también poesía que tiene que ver con un tipo de poder especial:
el que se relaciona con la admiración y disfrute del propio cuerpo:
«La onda de mi cabello,
La palma de mi mano,
(…)
Por que soy una mujer.
Espectacularmente.
Mujer espectacular.
Esa soy yo».
--Maya Angelou
«estas caderas son caderas grandes
necesitan espacio para
moverse
no caben en lugares
pequeños e insignificantes. estas caderas
son caderas libres
no les gusta ser reprimidas».
--Lucille Clifton
También nos inspiraron otros poemas de Hollie McNish, Mia Gallegos, Edith
Södergran, Alfonsina Storni o Ijeoma Umebinyuo.
Terminamos este encuentro poniendo en común cuáles son nuestras estrategias
de empoderamiento: qué nos ayuda a reconectar con nuestro poder, qué nos
facilita «ganar poder» tanto en el plano personal como en los espacios de los
que tomamos parte.
--
Todo esto ocurrió en los tres encuentros. No obstante, la riqueza de la
discusión, de la puesta en común y el aprendizaje conjunto desborda lo recogido
en las líneas anteriores. Muchas otras mujeres aparecieron en la conversación,
desde Almudena Hernando, Virginie Despentes o María Galindo, a Margarita
Ferreras, pasando por Shonda Rhimes o Hannah Gadsby. El entendimiento de
nuestras experiencias personales como experiencias con resonancias políticas
nos llevó a abordar las marcas de género, las resistencias y los conflictos en
torno a la maternidad, la salud mental o el «síndrome de la impostora». Los
encuentros son espacios vivos, de escucha y de reflexión conjunta, de
cuestionamiento de nuestros presupuestos de partida. De compartir quiénes somos
y lo que hemos aprendido en el camino.